Del sufrimiento brota el arte como un medio de escape.
Desde el dolor nace la colección Columnas Invisibles, inspirada en el autorretrato La columna rota de Frida Kahlo. A sus 37 años, la artista mexicana había pasado media vida enfrentando un sufrimiento físico extremo, producto del accidente de autobús que sufrió en 1925. Su columna vertebral se fracturó en tres partes; también sufrió lesiones en las costillas, clavículas, pelvis y una pierna rota en once partes. Un pasamanos atravesó su cuerpo desde la cadera hasta salir por la vagina. Debido a esto permaneció largas temporadas hospitalizada y vivió con dolor constante.

Analisis de la obra
Los elementos de la pintura —los clavos, el corsé, la columna rota— simbolizan una mezcla de apoyo y sufrimiento. Su mirada triste y las lágrimas que corren por su rostro reflejan una resistencia casi estoica. A diferencia de sus obras más coloridas, en este autorretrato el fondo es un desierto vacío, que parece anticipar una tormenta. Solo dos palomas aparecen en sus pupilas, símbolo de esperanza… o quizá una ironía más de Frida sobre su destino.
Este autorretrato no solo es testimonio del dolor, sino también una declaración de cómo el arte puede ser una herramienta de resistencia y expresión. Frida transforma lo insoportable en algo bello, haciendo de su cuerpo una metáfora de la lucha entre la vulnerabilidad y la fortaleza. Y como una vez ella dijo:
”Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad.“
La colección traduce el lenguaje visual del autorretrato en prendas con siluetas anatómicas, que simulan pilares resistentes y a la vez destacan lo femenino y sensual. Se contrastan telas estructuradas con otras fluidas, representando la tensión entre lo rígido y lo etéreo.
